Los enemigos del talento II

 
Ha llovido bastante desde que escribí un post que mantengo en vigencia: Los enemigos del talento. En el mismo, relacionaba una serie de frases tóxicas que funcionaban como armas de destrucción masiva de la motivación (estado vital en el noble oficio de vender).
 
El ser humano por naturaleza es crítico y tiende a pensar que lo ajeno supera en casi todo a lo propio. Siempre he escuchado y en todos los sectores quejas sobre la mejor posición y ventajas de la competencia. Si no somos capaces de valorar nuestras propias fortalezas: ¡El enemigo está en casa!
En empresas de menor cuota de mercado y estructuras, se ambiciona la comodidad del líder: "Lo tienen todo vendido" "Así es fácil"
En la otra cara de la moneda, en empresas líderes, se ambiciona la falta de riesgos de pequeños competidores así como su mayor simplicidad de procesos: "Ellos no tienen nada que perder" "A nosotros nos exigen mucho más" "Allí se vive mucho mejor"
 
Unos y otros miran con recelo y en algunas ocasiones surge la famosa pregunta: ¿Por qué no se valora lo que tiene hasta que se pierde?
 
En estos entornos surgen esas frases tóxicas que erosionan el positivismo (vital para sobrevivir en las trincheras de la venta). Algunos eligen el rol catastrofista: "Hacemos agua. El barco se hunde" "Vamos cuesta abajo y sin frenos" ...
Otros optan por la comodidad de buscar responsables exógenos: "La dirección es del TBO" "Éstos no tienen ni p... idea" "Me han dado la peor cartera"
Entre unos y otros se enrolarán en el club oficial de los plañideros de la venta, confabulados para pisar cualquier brote verde de esperanza. En algunas conversaciones, competirán para ver quien es capaz de ver más aspectos negativos en el entorno o quien es más desdichado en su puesto. Parece que ser positivo no está de moda.
 
La otra opción es mirar con valentía hacia dentro y valorar lo que tenemos sin necesidad de perderlo. ¿Cómo podemos mejorar la organización? ¿Qué se podría plantear para ser más competitivo? ¿Recordamos juntos nuestras fortalezas?
Y todo ello para llegar a la conclusión que el principal recurso de la organización (sea grande, pequeña o unipersonal) es el humano y está dentro de nosotros.