Hace tiempo, me regalaron un consejo que me ha acompañado durante mucho tiempo y que hoy, quiero compartir en el blog: "Para hacer un buen equipo, lo principal es estar rodeado de buenas personas".
Parece obvio, pero la frase esconde importantes mensajes. No dice nada de rodearse de buenos profesionales... sino de buenas personas.
Un buen profesional que no tenga esta característica puede restar mucho más de lo que suma. Sería capaz de hacer su trabajo de una manera aceptable, pero si esconde malos instintos: envidia, soberbia, interés..., al final acabará desestabilizando al equipo.
Por ello, no es de extrañar que se hayan dado casos en el mundo futbolístico de grandes jugadores que no han triunfado por su carácter problemático. Nadie quiere en su equipo a un "revienta - vestuarios", pues al final, sus aportaciones no compensarán y el partido no lo gana un solo jugador.
En el caso opuesto, los compañeros con buenos valores:
1. Generan climas de trabajo agradables.
2. Saben interpretar la competitividad de una manera saludable.
3. Admiten la crítica y ayudan a una comunicación fluida.
4. Son receptivos a la formación.
5. Ayudan a la integración de otros compañeros.
El equipo sano, permite el crecimiento de todos y desarrollar la polivalencia porque todos comparten conocimientos. En el caso inverso, quienes justifican a estos "profesionales problemáticos" por ser resolutivos o alcanzar números, se ven abocados a desarrollar posiciones individualistas y delimitadas, donde rara vez se produce enriquecimiento personal.
Lo mejor de todo es que al final las "buenas personas" (honradas, honestas, abiertas...) acaban convirtiéndose en grandes profesionales.
¿Y vosotros que preferís?