Se dice hoy en día con demasiada alegría "hay que desaprender lo aprendido". No estoy en condiciones de rebatir los grandes argumentos de los afamados gurús del emprendimiento, coaching y demás especialidades modernas, pero sí me encuentro con la libertad de rebatir dicha afirmación.
Indudablemente el cambio es necesario y constituye una constante imprescindible. Ahí no difiero. Es cierto (verdad, verdadera) que las fórmulas del pasado, generalmente no sirven para solucionar problemas del presente o del futuro. Pero también es real, que el "saber no ocupa lugar". Quizás sea preferible cambiar el "desaprender" o el "resetear" por "archivar". Dejar almacenados esos conocimientos en el disco duro, en un espacio que no consuma excesiva energía es de utilidad... Y entonces... aprender.
La observación de los comportamientos de los niños siempre es un ejemplo válido. Últimamente he podido comprobar como modas del pasado alcanzan su popularidad en el presente: el baile de las legendarias peonzas o trompos e incluso la confección de las pulseras, han relegado protagonismo a la moderna tecnología punta que tenía aletargados a nuestros menores.
Estas modas llegan con su toque de modernidad. A la tradicional peonza de madera se añaden ahora los nuevos que vienen con puntas giratorias, colores llamativos e incluso con DVDs de demostración. Las pulseras trenzadas de antaño vuelven reconvertidas en forma de gomillas que permiten multitud de combinación de formas y colores.
Los conocimientos del pasado se reinventan porque no fueron olvidados y retornan con fuerzan. No pude obviar hacer el paralelismo y pensar que en los sectores comerciales hace falta que retorne con fuerza todas las experiencias positivas del pasado: el trato personalizado en el pequeño comercio, especialización... Algo así como el título del libro de Warren Bennis: "Perros viejos, con nuevos trucos".
Un vendedor debe estar a la última moda... pero quien sabe si en cualquier momento el futuro no retornará hacia una técnica antigua, pero reconvertida ... ¿O quizás ya ha llegado? Fidelización, conocimiento del cliente, imagen, agilidad...
Y es que de los niños, siempre se aprende: