Hace más de 56 años del clásico Doce hombres sin piedad. En mi sexta
entrega de Doce post sin piedad hablamos de formación. Un aspecto muy necesario
pero donde no conviene perder el norte.
6 La formación sin control:
Cuando se confunde la
formación con la colección de diplomas y cursos y cursillos, estamos en un
error. La formación no siempre tiene que ser tradicional. Un profesional se
puede formar a través de su inquietud con internet, redes y permanecer actualizado.
Sin ir más lejos, genial el ejemplo que incluye hoy mismo Eva Sastre @evasapar
en su blog:
En pleno auge de los
laboratorios médicos (Tú recetar lo mío y yo pagar viaje), éstos se decantaron
por contratar a profesionales con formación sanitaria para la venta de sus
productos a los profesionales de la medicina y farmacias. Al tiempo se dieron
cuenta del error. Habían elegido las personas con la formación equivocada. Para
vender precisaban profesionales de la venta, no de la sanidad.
Hoy en plena crisis
económica ocurre algo similar. Hablaba hace poco con Javier Heredia @_jheredia_
(altamente recomendable su blog: http://www.javierheredia.com/ y
sus colaboraciones editoriales y en revistas especializadas) precisamente de
este apartado. En ocasiones se piden conocimientos de inglés para un puesto que
no lo requiere. La ampliación del mercado de profesionales desempleados ha
provocado que algunas empresas coloquen criterios restrictivos para seleccionar
que en algunos casos no significa ninguna garantía. Pueden y lo hacen… pero ¿es
acertado? Ojo, porque con el ejemplo anterior quedó de manifiesto que la
formación errónea no tiene sentido.
En los años 80 y en pleno
auge y creación del cuerpo funcionarial de la Administración del Estado, las
academias se llenaban de opositores para opositar a los escalafones inferiores
(agentes, auxiliares, celadores, subalternos…). En el profesorado, funcionarios
de escala media y sin licenciaturas lograban mejores índices de aprobados, pues
podían combinar sus conocimientos teóricos con su amplia práctica profesional. Quienes
apostaban por altos cargos de la Administración, pero carentes de capacidad
docente se equivocaban.
Siempre he sido continuaré siendo
un férreo defensor de la formación. He tenido la suerte de conocer empresas que
apuestan por ella y estoy convencido de los resultados. Pero esa formación,
cuanto más individualizada sea, más efectividad logrará. Y por supuesto,
formación por formación, no gracias.
Quien invierte en sus profesionales,
invierte en futuro, porque el cambio verdadero y auténtico es generado desde
dentro de la empresa y con los mismos tripulantes del “barco”.
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