Jugando con el título del clásico Twelve angry men de 1957, desarrollo una docena de artículos breves donde intento trasladar de manera directa mi parecer sobre diferentes aspectos relacionados con ventas, social media, liderazgo... En la novena entrega, hablamos de experiencia.
Alabo a las empresas que se empeñan en crecer con su gente. La sustitución está al alcance de cualquiera. Propulsar el cambio con los miembros del equipo, solo al alcance de líderes de primera categoría.
Pedir a un Messi para completar un equipo es fácil. Apostar por él desde pequeño y ayudarlo a superar todas sus adversidades (el ejemplo me viene que ni anillo al dedo), no.
Ya traté en un anterior post mi preocupación acerca de si la obsolescencia programada podía actuar también en el entorno laboral con las personas:
Recibí una interesante colaboración de un lector, un vendedor veterano que hablaba de la crudeza del oficio hacia ellos en un escrito que no tiene desperdicio:
Precisamente quiero trasladar en este post el valor que tiene la veteranía en la empresa y mostrar mi sorpresa ante muchas entidades que descartan/discriminan a este tipo de profesionales por la edad.
Hoy en día me parece un gran absurdo. En primer lugar, la edad es una cuestión muy relativa. En los tiempos actuales se está asentando una generación que no admite comparación con las anteriores en el apartado de salud. Personas de 60, 70 e incluso 80 años participan en maratones y muchos de ellos siguen dirigiendo los imperios empresariales que crearon. Entrenan equipos de fútbol, aguantan en activo en la política (bueno, de ahí no se va nadie), imparten clases en las universidades ... ¿Por que no puede un profesional de más de 50 años seguir desarrollando su actividad comercial?
En segundo lugar, el perfil, además de garantizar la sapiencia de los años, equilibra las empresas y ofrece un punto de referencia a los más jóvenes, que ven en su trabajo la posibilidad de realizar una apuesta de futuro (motivación y compromiso).
Los años dan serenidad y muchas veces es lo que hace falta para evitar caer en precipitaciones en estos tiempos tan convulsos.
Siempre he defendido los equipos heterogéneos (aunque mi amigo Joaquín, se empeñe en decirme que las fuerzas de ventas no pueden parecerse al ejército de Pancho Villa) y en éstos tienen que tener cabida todo tipo de vendedores: sprinters y fondistas, cazadores y granjeros, de análisis y de acción... y por supuesto, jóvenes y menos jóvenes.
Y además, si no fuera por ellos... no habríamos llegado hasta aquí.
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