Para sacar el máximo rendimiento en el trabajo, un vendedor debe huir de los ladrones de tiempo.
El tiempo es un recurso limitado, finito, insustituible y de incalculable valor.
Cada profesional de la venta tiene sus propios y particulares ladrones del tiempo, pero algunos son casi generalizados:
1º La desorganización: Obliga a buscar y rebuscar lo que debería estar localizable. Invertir algunos minutos diarios a organizar, archivar, mantener actualizada la agenda y destruir lo innecesario se rentabilizará con creces en el futuro. La puntualidad es un pilar para el vendedor actual.
2º La desplanificación: Los imprevistos son inevitables... pero muchas veces convertimos en imprevistos cuestiones que podrían haberse planificado: revisiones de vehículos, finalizaciones de plazos, presentaciones de presupuestos, preparación de reuniones...
3º Las distracciones: Hay que fijar un tiempo para asuntos personales, pero éste debe estar limitado y establecido aprovechando los "tiempos muertos". Trabajar con continúas interrupciones hace interminable cualquier trabajo.
4º Elección del canal de comunicación adecuado: Discriminar las gestiones que pueden ser realizadas por mail, teléfono o a través de visita presencial nos permitirá optimizar la gestión del tiempo.
5º No abarcar más de lo que se puede: En ocasiones es preferible responder con un razonable NO, antes de aceptar tareas que ralentizarán otros procesos.
6º Terminar lo empezado: Los flecos y las faenas a medio concluir son peligrosos enemigos en la optimización del tiempo. Un buen vendedor es un "finisher" por naturaleza. Dejar cerrada una tarea nos libera mentalmente para emprender la siguiente y evitar futuros atascos.
7º Mantenimiento de las rutas: Las rutas de trabajo constituyen las cartas de navegación de un vendedor. Están vivas y hay que dedicarle un tiempo a su actualización para rentabilizarlas en base a criterios lógicos.
8º Compañeros cotillas: Radio - Patio también emite desde el mundo comercial y de ventas. Hay conversaciones que además de improductivas pueden provocar desánimo. Algunos viven más pendientes de los demás que de uno mismo. Hay que cortar educadamente estas comunicaciones, pues no conducen a nada positivo.
9º No desbloquear situaciones: En ocasiones se precisará ayuda externa, pero es preferible solicitarla de inmediato a esperar. Si no sabemos algo, hay que preguntarlo cuanto antes. Si no tenemos poder de decisión, habrá que solicitarlo en breve...
10º El perfeccionismo: La búsqueda de la excelencia es necesaria. A todos nos gusta la perfección, pero ésta no debe provocar parálisis. El tiempo hay que repartirlo y por ello no podemos adornarnos en detalles innecesarios cuando quedan otros asuntos importantes.
¿Se os ocurren algunos más para completar la lista? Gracias.
Un mal jefe también es un ladrón de tiempo. Puede desplanificar, dar instrucciones confusas, repartir mal las delegaciones... Creo que se podría incluir. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y comentar. En la relación de los ladrones de tiempo me he centrado en los aspectos dependientes de uno mismo. He obviado los externos, donde perfectamente se podría encuadrar un mal jefe, una empresa mal estructurada, una organización lenta e incluso lo bien llamado "parálisis por análisis". Un cordial saludo, amigo.
EliminarEl cliente vampiro..., ese que te obliga a invertir mucho más tiempo del realmente necesario porque a él le sobra y le gusta tratar contigo.
ResponderEliminarBuena definición. Me la apunto: "cliente vampiro". Desde luego que existen. En este caso quizás lo más apropiado sea utilizar los "tiempos muertos" para él (dándole la categoría de distracciones). Un abrazo.
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