El trabajo en equipo tiene grandes ventajas e importantes dificultades, como he referido en anteriores post:
Existen muchos deportes donde la fortaleza de un equipo, se mide por la del miembro más débil. Esto ocurre por ejemplo, en el padel. En este deporte, una pareja será tan potente como lo sea el peor jugador del dúo. Su explicación es clara, pues si es inferior, el peso del juego recaerá sobre él. ¿Y en fútbol? Si una banda es débil en defensa… ¿por dónde concentrará el rival la mayoría de sus ofensivas?
Los equipos numerosos constituyen espacios ideales para el acomodo de vendedores mediocres. “Una buena capa, todo lo topa” y con este dicho por bandera, encontraran mil excusas para alargar su permanencia al amparo del trabajo de los de siempre, tan acostumbrados a cargar con un sobrepeso… que llegan a considerarlo normal.
Estos eslabones débiles (ni quieren, ni pueden o no están ni se les esperan) constituyen una seria amenaza de cara a la estabilidad de los equipos. Dicen los expertos en salvamento marítimo que si carecemos de las nociones básicas de auxilio en el agua, nunca debemos acercarnos a un adulto que esté ahogándose, pues lo más seguro es que se nos agarre del cuello y ambos acabemos en el fondo. Es cruel, pero la realidad observada en los equipos comerciales me dice que el símil es válido.
Personajes de este tipo, podrían intentar involucrar a todos en su caída con frases del tipo:
- “Nadie me había dicho nada”
- “No lo sabía”
- “Aquí es práctica habitual”
- “Todos lo hacen”
- “Nadie me ha ayudado lo suficiente”
Es por ello que quizás sea mejor mantener la frialdad cuando llega la hora final y actuar igual que los ñus en su peligrosa travesía por el río Mara. Estos animales, en vez de detenerse a observar como los cocodrilos se dan su gran festín, aceleran el paso y continúan concentrados en su gran migración.
Es cierto en lineas generales, salvo los casos de aclimatación, adaptación, etc. al grupo en los que, si hay voluntad por las partes se acaba corrigiendo. Este es un problema que se da sobre todo en las grandes empresas. En las más pequeñas es más facilmente detectable, además de más evidente y por consiguiente más rápido de corregir.
ResponderEliminarAunque suele decirse yo no soy partidario, al menos en el trabajo, del famoso dicho: "el buey solo bien se lame".
Un saludo.
Así es Felipe, siempre que hay buena voluntad y buena fe se pueden corregir los errores y además estos mismos errores son humanos, normales y pedagógicos. El problema radica cuando no existe esa voluntad. La profesión de vendedor se convirtió en un cajón de sastre y por ello el índice de falta de voluntad es superior que en otros gremios.
EliminarMuchas gracias por la visita y el comentario y un cordial saludo.
Hombre, creo que, en la cedena, hay distinguir el "eslabón débil", del "eslabón de papel". Al débil hay que ayudarle a que se haga más fuerte y ese es trabajo de quien lidera el equipo (entrenador del equipo de fútbol en tu ejemplo), al de papel hay que eliminarlo en el minuto uno porque nunca será de acero y sin remedio provocará que la cadena se rompa.
ResponderEliminarEs cierto.
EliminarAl que le falte capacidad: formación.
Al que le falte compromiso: motivación.
Al que le falte proactividad: disciplina.
Pero el que ni pueda, ni quiera, ni haga, sobra dentro de los equipos.
Está claro que hay que agotar todos los recursos antes de tomar estas decisiones, pero los equipos y la situación actual no están como para perderse en las ramas.
Un cordial saludo y muchas gracias por haber enriquecido el Blog con tus comentarios.