La senda de los elefantes es una importante película de los años 50.
Se considera también senda de elefantes a calles con alta congregación de bares (y peligro de acabar "trompa").
Por contra, la senda de los jerifantes es una ruta comercial preparada al efecto para llevar "de paseo" a las altas jerarquías de la empresa cuando deciden bajar "a las trincheras".
Todavía hay empresas que practican la técnica, la cual no deja de ser simbiótica: Te engaño porque quieres que te engañe. Te miento porque quieres que te mienta. Te enseño lo que quieres ver. Escuchas lo que quieres escuchar.
Afortunadamente y dentro de la revolución comercial en la cual estamos inmersos, dichas rutas preparadas (incluso avisando al cliente para que actúe como gancho del engaño) pierden sentido.
Los nuevos directores prefieren ver la realidad, aunque ésta sea incómoda. Por ello, huyen de éstas rutas propias de trileros y se adentran de lleno en las rutas, libreta en mano. Preguntan a los vendedores libremente y sin la presencia de sus mandos intermedios. Interactúan con el cliente y enriquecen su visita.
Un vendedor de trincheras debe actuar con total normalidad ante este tipo de visitas. Responder coherentemente a las preguntas y exponer con sólidas argumentaciones. No debe caer en el error de aprovechar para soltar la carta a los Reyes Magos y enumerar de golpe las mejoras que se precisan. Es bueno resaltar las fortalezas propias. Es interesante conocer como está actuando la competencia y tener alguna idea para presentar. Siempre hay que mantener un estado de ánimo positivo y ver en estas visitas una oportunidad de conocer más a la empresa y a quienes la dirigen.