Adaptación de cuento popular "El carpintero y la casa":
Honorato, un maestro albañil entrado en años decidió jubilarse. Llevaba 40 años trabajando para una constructora familiar. Pidió cita y habló con el dueño:
-"Don Lorenzo, nos conocemos desde hace muchos años. Sabes que siempre he sido un buen trabajador, pero ya me estoy empezando a encontrar cansado. Me consta que la empresa ha llegado a un acuerdo por el cual podrían prejubilarse algunos empleados de la compañía en unas condiciones beneficiosas. Me gustaría entrar en ese lote y poder recibir una pensión justa. Mis hijos ya están casados. Mi mujer y yo tenemos un piso, algo pequeño, pero ya lo tenemos pagado... Así que con lo poco que me quedara... podríamos vivir felices" - explicó Honorato a su jefe.
- "Así es, amigo mío. Siempre has sido un leal y buen trabajador. Todos tus trabajos se han caracterizados por ser de calidad y creo que lo que solicitas es justo. No obstante, te tengo que pedir un último favor. Quiero que completes la construcción de una casa más. Será la última que te pida" -le respondió el dueño de la empresa a su buen trabajador.
- "Está bien... me pondré manos a la obra" -contestó el albañil.
Honorato se puso a trabajar en aquella casa. No le sentó muy bien la última encomienda de su jefe, pues aquel proyecto retrasaría unos seis meses su jubilación. Molesto por el último encargo fue aligerando en la construcción. Dejó de ser aquel metódico maestro albañil, para convertirse en un fullero "paleta". Permitió que el cableado eléctrico fuera defectuoso. Dejó que los yeseros trabajaran a ojo y sin instrumentos de nivelación. No losó con la paciencia con la que solía hacerlo... Pensó que si aligeraba el trabajo lograría jubilarse antes y evitar que le volvieran a "enmarronar".
Antes de lo previsto logró el objetivo. Se dirigió a su jefe y le devolvió los planos de la casa a la par que le entragaba las llaves (que por cierto, tampoco encajaba bien la cerradura). Don Lorenzo solía revisar la construcción al finalizar.
- "Don Lorenzo, ya está acabado mi último trabajo" -espetó el albañil.
- "Bien, Honorato, muy bien. Sabes que siempre reviso los trabajos, pero esta vez no lo haré. Tu fiabilidad me da suficiente garantía. Además este era un trabajo especial. La casa que has construido es un regalo para tí, para que puedas vivir tu jubilación en un lugar más espacioso. Es tuya. Disfrútala"
De esta manera, Honorato vivió el resto de sus días en una casa mal construida, sufriendo las consecuencias de no haber sido un buen profesional en su último trabajo y no haber mantenido su integridad hasta el final.
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