Mover organizaciones complejas resulta difícil.
Escuché hace tiempo una anécdota real, ocurrida en España a mediados de los años cincuenta en un cuartel del ejército de tierra.
Un nuevo capitán formado en Academia acababa de tomar posesión en dicho acuartelamiento. Su antecesor, que se jubilaba, había permanecido en el puesto durante las dos últimas décadas.
El cuartel, destinado al adiestramiento, acogía en cada reemplazo a multitud de jóvenes para realizar un largo y obligatorio servicio militar.
Cuando llevaba el joven oficial dos meses ocupando la capitanía, decidió revisar todos los turnos de vigilancia, guardias, plantones e imaginarias que tenían que cumplir los reclutas a su mando.
De entre todos aquellos turnos le llamó la atención un servicio de vigilancia de 24 horas fijado junto al banco de entrada al quinto pabellón.
Le resultaba absurdo mantener a un soldado en ese puesto de vigilancia. Llamó al sargento primero y le preguntó si conocía el motivo.
El sargento no supo que contestarle y solo le pudo informar: -“Mi capitán, siempre ha sido así”. No satisfecho, el capitán continuó indagando, pero nadie conseguía explicar una razón convincente.
Ante la falta de respuestas por parte de los suboficiales buscó en los archivos donde se habían registrado todos los programas de servicios e incidencias de los últimos años.
Realmente llevaba razón el sargento que dijo “siempre ha sido así”, pues durante los últimos 20 años, aquel servicio de vigilancia al banco había sido una constante.
Realmente llevaba razón el sargento que dijo “siempre ha sido así”, pues durante los últimos 20 años, aquel servicio de vigilancia al banco había sido una constante.
No dispuesto a rendirse y movido por la curiosidad, el capitán continuó investigando en archivos más antiguos.
Pronto encontró la ansiada respuesta en un amarillento informe.
Hacía 38 años dicho banco fue pintado y el capitán de aquel año redactó su informe: “Se constituye un servicio de vigilancia de un soldado de 24 horas junto al banco del quinto pabellón para advertir y evitar que nadie se siente en él y pueda deteriorarse el uniforme". Hoy en día se podría pensar que con un simple cartel de advertencia habría servido, pero hay que tener presente el alto porcentaje de analfabetismo de la época.
Transcurridas las primeras 24 horas el servicio, en vez de ser suspendido definitivamente, fue relevado por otro soldado.
Transcurridas las primeras 24 horas el servicio, en vez de ser suspendido definitivamente, fue relevado por otro soldado.
Dentro de una jerarquía como la militar, está mal visto preguntar y ello debió colaborar a la supervivencia durante casi cuatro décadas de la situación.
Lamentablemente hay empresas donde todavía opera el principio “siempre ha sido así”. En estas organizaciones nada es cuestionado, tampoco se pregunta en exceso y la jerarquía decide. Son empresas del sistema antiguo donde los paradigmas superan a la empírica.
Albert Einstein solía decir: "Es más fácil desintegrar un átomo que un pre-concepto".